La expresión “vida eterna” o que Dios es “eterno” es difícil de digerir por nuestra mente, y se nos produce una especie de “bloqueo mental” cuando pensamos en ello. Esto es normal y se debe a que nuestra mente está hecha para funcionar en un entorno finito, y no dispone de ningún mecanismo para trabajar con conceptos infinitos. De ahí que nos quedemos bloqueados cuando intentamos pensar en el infinito, porque es incomprensible para nosotros. Cuando oímos “eterno” o “infinito” intentamos pensar en algo muy grande, pero realmente no es así, no es grande, expliquémoslo. El adjetivo grande lo usamos para comparar cosas finitas entre sí. Por ejemplo podemos decir que 10 horas es un tiempo más grande que una hora, o que una manzana es más grande que una cereza. Pero cuando hablamos de infinito no estamos comparando cosas y, por tanto, el adjetivo grande no tiene sentido. No se puede medir el infinito porque no tiene ni principio ni fin. Sería como si un hámster pretendiera medir el camin
Existe una red que une a todas las personas entre sí. Sus hilos son finos y frágiles como los de una telaraña, por lo que es fácil que pasen desapercibidos. Incluso se rompen en muchas ocasiones, pero no es problema porque siempre hay gente para repararlos. Esta red nos une para que podamos realizar nuestra misión de vida los unos con los otros, pues entre todos nos complementamos. De esta manera, el amor fluye a través de sus hilos. La red es ante todo felicidad, porque es lo que sentimos cuando participamos en ella. También es humildad entre sus miembros, la cual elimina las emociones reprimidas de estos, es decir, acaba con las manías y los malos pensamientos. Es socializar usando la inteligencia para evitar toda negatividad, tanto en las conversaciones como en las acciones, y dedicarla a la ayuda emocional de los demás. Cuando las personas de la red despiertan y comienzan a realizar su misión con éxito, estas toman el control de sus vidas, antes controladas por circunstancias ex
La religión no es para escribir libros o tratados, ni para decorar paredes, ni para construir edificios, ni para vestir santos. Tampoco son días del calendario, ni procesiones artísticas, ni oro, ni plata, ni caoba. La religión no es una túnica, ni un símbolo, ni una institución, ni una jerarquía. La religión no es una imposición, ni ninguna obligación, ni tiene horario, ni tiene lugar. De hecho, todo lo anterior ha sido motivo de malentendidos, conflictos y odio, que han separado a las personas e incluso provocado la aniquilación entre ellas. Es decir, ha conseguido todo lo contrario a lo pretendido por la religión. Nada es necesario, porque la religión ya la llevamos dentro cuando nacemos. La religión es nuestras virtudes y nuestros defectos, o lo que es lo mismo, la religión es nuestra personalidad, y si la permitimos ser realizaremos humildemente nuestra misión en la vida, porque las virtudes son nuestro poder, el amor universal que emana de nosotros. ¡Permítete ser y entonces e