Religión Viva
La religión no es para escribir libros o tratados, ni para decorar paredes, ni para construir edificios, ni para vestir santos. Tampoco son días del calendario, ni procesiones artísticas, ni oro, ni plata, ni caoba. La religión no es una túnica, ni un símbolo, ni una institución, ni una jerarquía. La religión no es una imposición, ni ninguna obligación, ni tiene horario, ni tiene lugar.
De hecho, todo lo anterior ha sido motivo de malentendidos, conflictos y odio, que han separado a las personas e incluso provocado la aniquilación entre ellas. Es decir, ha conseguido todo lo contrario a lo pretendido por la religión.
Nada es necesario, porque la religión ya la llevamos dentro cuando nacemos. La religión es nuestras virtudes y nuestros defectos, o lo que es lo mismo, la religión es nuestra personalidad, y si la permitimos ser realizaremos humildemente nuestra misión en la vida, porque las virtudes son nuestro poder, el amor universal que emana de nosotros.
¡Permítete ser y entonces estarás cumpliendo con la religión verdadera!
¿Para qué escribir la verdad? ¿Acaso no basta con escucharla a los profetas? Sus palabras salen de sus bocas, pero no son sus mentes las que las originan. Ellos solo son traductores de la revelación. Y profetas hay muchos, casi uno en cada esquina, pero hace falta valor para declararlo ante esta sociedad engañada y equivocada.
Gente con fe también hay, pero de igual manera, ¿quién se atreve a declararla?
Y gente que quiere propagar la verdad también hay mucha, mas entre tanta confusión, ¿cuál es la verdad verdadera? Sólo hay una verdad, y esa verdad brilla por encima de todo lo demás, porque es pura energía, puro amor, y el amor jamás hace daño, jamás sienta mal, no impone nada, ni crea limitaciones, no amenaza ni castiga, nunca infunde miedos, sino todo lo contrario, nos libera de las preocupaciones, porque el auténtico amor solo puede amar.
También hay maestros que ejemplifican la verdad con sus vidas, para ponerla a prueba y para que podamos aprender de ellos.
Y también hay mucha gente con ganas de ayudar de mil maneras diferentes, pero ¿cómo ayudar si el mundo se ha convertido en un comercio? Y en un comercio todo tiene precio. Y regalar las cosas parece de tontos, porque el altruismo no llena las arcas. ¿Acaso las arcas nos van a hacer felices?
Aquí no estamos para solo vivir, estamos para ser felices.
Y la felicidad únicamente empieza cuando vivimos en la verdad, cuando entendemos que las virtudes son para amar, y los defectos son para que puedan amarnos.
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