La Meditación

 

La meditación parece haberse puesto de moda como la cura al estrés de nuestro tiempo, o al menos para aliviarnos del exceso de este a modo de válvula de escape.

Pero, ¿qué es exactamente la meditación? Cuando oímos esta palabra, la mayoría de la gente piensa en una persona sentada en forma de Buda y con los ojos cerrados, intentando relajarse, y es que esta es la idea que se nos ha transmitido en las últimas décadas.

Para empezar hay que aclarar que la meditación ha existido siempre y en todos los lugares del mundo. Es decir, no es nada nuevo ni desconocido en ningún sitio. Lo que sí es nuevo es el nombre que se le ha otorgado a esta práctica, y más concretamente a las técnicas provenientes de Oriente. Anteriormente al siglo XX, a la meditación se le denominaba “Contemplación” y, de hecho, así se le sigue llamando en muchos círculos religiosos, pero para diferenciar a las técnicas que venían de Asia se empezó a usar la palabra “Meditación”.

Meditar o contemplar es usar alguna técnica para intentar percibir a la Divinidad, basándose principalmente en la alteración de nuestra conciencia. Dicha práctica conlleva olvidarnos en ese momento de todo y centrar nuestra atención en la práctica en sí o en la Divinidad. Es decir, es una ruptura con la realidad cotidiana para generar en nosotros una interiorización o, mejor dicho, abstracción. La meditación intenta fijarnos al momento presente, descartando el pasado y el futuro, y a poder ser, desconectándonos de todo lo perceptible por los sentidos, incluso de nuestro propio cuerpo, pudiéndose llegar al trance.

Hay que aclarar que meditar no es quedarse dormido, por lo que esto se debe evitar. Para ello se suelen mantener posturas corporales que lo impidan, como permanecer sentados con el torso y la cabeza erguidos, o realizando ciertos movimientos.

La meditación tiene como consecuencias la relajación del cuerpo y la mente, además del acercamiento a la Divinidad propuesto como objetivo original de la práctica.

Las prácticas contemplativas o meditativas son muchas y muy variadas. El yoga puede ser la más popular, pero también es muy usada la repetición de oraciones, como ocurre en los mantras orientales o en el rosario del cristianismo. Fijar la atención plenamente en un pensamiento u objeto también es otra técnica de meditación, por ejemplo en una deidad, en un mandala o en cualquier otra cosa. La música también es muy empleada para meditar, sobre todo la percusión, la cual es capaz de disminuir la actividad cerebral por sí sola, de hecho esta puede ser la práctica meditativa más antigua y universal que existe, además de ser el motivo por el que surgió la música. Prueba de ello es que todas las culturas primitivas utilizan el tambor como herramienta de meditación, siendo este el primer instrumento musical inventado por la Humanidad, y probablemente con fines meditativos. La danza también es otra técnica muy ancestral usada para meditar y que aún se sigue utilizando, por ejemplo los sufís danzan dando vueltas hasta entrar en trance.

En la meditación también influye bastante el entorno donde esta se practica. Como ya hemos comentado antes, se trata de olvidarnos de la cotidianidad, por lo que conviene alejarnos de esta buscando un lugar tranquilo y silencioso. Es muy útil el incienso, la iluminación adecuada y todo aquello que contribuya a generar un clima de relajación.

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