Amuletos, Imágenes… Pros y Contras
La gran mayoría de las personas utilizan amuletos, imágenes, inciensos y otras cosas para adorar o invocar a la Divinidad, sobre todo las menos iniciadas o las que se encuentran afligidas y desean una respuesta divina.
Se trata de un método muy
útil, pues nos ayuda a concentrarnos en la Divinidad y a fortalecer
notablemente la emoción que ponemos en el asunto, por lo que su función está
más que justificada. Como sabemos, lo verdaderamente importante en la
comunicación con la Divinidad son las emociones, pues ahí está el vínculo con
nuestra parte divina. Por ello siempre se dice que hay que “hacerlo de corazón”,
es decir, sintiendo verdaderamente ese deseo.
Hasta aquí hemos visto las ventajas,
pero ¿también hay desventajas? Pues sí, como en todo hay que andar con
moderación, como veremos más abajo.
Los amuletos, imágenes y
otras cosas siempre deben resultarnos una experiencia positiva, o lo que es lo
mismo, crearnos una emoción positiva. Porque si la emoción que nos genera en
negativa, estaremos yendo en sentido contrario, y nos dañaría, por ejemplo
causándonos miedos, que como sabemos son lo más negativo y dañino que podemos
tener.
Y ¿qué puede ocurrir para
que un amuleto o imagen nos cause miedo? Parece una contradicción que algo
usado con fines positivos se vuelva contra nosotros. Imaginemos que perdemos o
se nos rompe el amuleto o imagen, lo cual tarde o temprano ocurrirá, porque
toda materia es temporal. Cuando pasan estas cosas puede suceder que pensemos
negativamente y demos al asunto un significado malo, y esto es lo que debemos
evitar.
Como decimos, las cosas
materiales son temporales y antes o después se destruirán. No son infinitas, por
lo que es normal que esto ocurra. Y, como sabemos esto, no tenemos que
asustarnos cuando pasen estas cosas. Solo hay que pensar que ya ha dejado de
cumplir su función y tirarlo a la basura, pues ha perdido su significado y se
ha convertido en algo inútil.
Es uso excesivo de estos
objetos también puede perjudicarnos, ya que podemos obsesionarnos e incluso
adquirir dependencia de ellos, provocándonos inseguridades cuando no los
tenemos cerca.
Por tanto, estos objetos
deben usarse con moderación y siempre para ayudarnos, evitando su uso cuando
creamos que nos pueden perjudicar de algún modo.
Tenemos que tener presentes
que el milagro lo hace la Divinidad y no el objeto, y la adoración e invocación
la hacemos nosotros a través de nuestras emociones, no el objeto. Al fin y al
cabo, la Divinidad siempre está
escuchando nuestros deseos.
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