¿Qué es la Felicidad?

Empezaremos dejando claro que por felicidad vamos a referirnos a un estado de paz y armonía duradero en el tiempo, es decir, a largo plazo. Aunque dicho estado también pueda contener alguna que otra crisis puntual de infelicidad, en general dominará la felicidad. Es decir, con felicidad no nos referimos a un momento de euforia, lo cual podríamos llamar alegría.

Como decimos, felicidad es el estado de paz y armonía mantenido en el tiempo que todos deseamos tener, en el cual nos motivamos a conquistar nuevas metas. El estado contrario sería la depresión, caracterizado por la frustración, falta de ganas para hacer las cosas, tristeza, ansiedad, etc…

Al tratarse de un estado deseado, todos queremos alcanzar la felicidad y, de hecho, nos pasamos la vida haciendo cosas con las cuales creemos inconscientemente que vamos a ser más felices. Así van transcurriendo los años, pero ¿somos más felices? ¿Sirven para algo esas cosas que llevamos haciendo durante años para conseguir la felicidad? Por el contrario, es probable que seamos cada vez más infelices y tengamos más sufrimiento: preocupaciones, miedos…

¿Qué está ocurriendo para que no seamos felices? Normalmente culparemos a las circunstancias externas de todos nuestros problemas: falta de recursos económicos, problemas laborales, conflictos familiares, falta de tiempo, prisas, problemas de salud, escasas posibilidades de ocio… y así podríamos seguir y rellenar una página entera, y siempre echando la culpa a algo o a alguien.

Llevamos toda la vida aprovechando cualquier oportunidad que nos surja para hacer lo que nos gusta y, lo podamos hacer o no, lo máximo que conseguimos es pasar un rato alegre, pero enseguida volvemos a la rutina y otra vez la infelicidad. De hecho, no importa lo que hagamos, ya seamos ricos y tengamos todo el tiempo del mundo para divertirnos, o pobres y sin tiempo para nada, la infelicidad reina en la vida de la mayoría, sin hacer distinciones de clases sociales. Y lo que es más grave, cuanto más avanzada está la civilización más infelicidad existe, lo cual parece una contradicción, pues al disponer de más recursos deberíamos ser más felices, sin embargo ocurre lo contrario. Es como si cuanto más cerca parece que tenemos la felicidad más se aleja de nosotros.

Está claro que algo no estamos haciendo bien. Lo que creemos que nos hace felices parece que acaba haciéndonos más infelices.

¿Nos hemos parado alguna vez a analizar la situación y pensar qué estamos haciendo mal? Probablemente la respuesta sea no, porque la vida es algo que vamos asumiendo sin pensar si la llevamos bien encaminada o no, incluso no se nos pasa por la cabeza la posibilidad de que también existen otros caminos. Damos por hecho que nuestra vida es la que es y no hay otra posibilidad.

Si somos infelices es porque no vamos por el camino correcto, y la infelicidad nos está avisando de ello. De hecho, esa sensación mala de tristeza, ansiedad… que experimentamos, es el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para alertarnos de que las cosas no las estamos haciendo bien. Nuestro cuerpo nos recompensa cuando hacemos las cosas bien y nos castiga cuando las hacemos mal, pero ese castigo no es por maldad, si no para salvarnos forzándonos a hacer algo para solucionar el problema.

Si metemos la mano en el fuego nos quemamos y el dolor nos fuerza a apartar la mano para salvarnos. Pues igual ocurre con la infelicidad.

Para ser felices tenemos que empezar admitiendo nuestros límites en todos los aspectos: personalidad, físicos, económicos, sociales… De esta manera no gastaremos recursos en lo que no podemos hacer o controlar, y de paso evitaremos frustrarnos.

Todos tenemos límites, en unas cosas estaremos más dotados y en otras menos, y esa es la realidad que nos hace ser personas diferentes pero a la vez compatibles entre sí. El no reconocer nuestros límites hará que queramos superarnos por encima de nuestras posibilidades, lo cual conlleva sufrimiento: cansancio, frustración, envidia, miedo… alejándonos de la felicidad. 

No podemos estar continuamente forzándonos a nosotros mismos o a los demás para conseguir nuestros deseos. Las cosas son como son y no podemos tratar de condicionar el entorno a nuestros deseos, porque sería como nadar contracorriente, lo cual acabaría agotándonos y ahogándonos.

Debemos analizar nuestras virtudes y defectos, y dedicarnos a hacer lo que podemos y nos gusta, aquello que nos ilusiona, siempre con amor y humildad hacia nosotros mismos y hacia los demás. Todos tenemos un hueco en el puzle de la vida, y solo encajaremos bien en ese lugar, sin forzarnos. Ese hueco es el que se conoce como misión de vida. Realizar nuestra misión nos será fácil, porque estamos hecho para eso.

Aparte de realizar nuestra misión con humildad, también es muy importante tener fe, pues garantizará nuestra seguridad y esperanza, aportándonos tranquilidad.

Por tanto, la felicidad no está en lo material ni la encontraremos fuera de nosotros. La felicidad está en nuestro interior, y aflorará cuando dejemos de pelearnos con la vida y empecemos a hacer aquello para lo que estamos preparados de nacimiento.

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