La Rueda de la Infelicidad

El ser humano pretende encontrar la felicidad en el placer, pero en este solo consigue una fugaz alegría, seguida de un largo sufrimiento. El sufrimiento le hace desear aun con más ansias la felicidad, por lo que vuelve a intentarlo buscando la felicidad nuevamente en el placer, tras lo cual retorna otra vez a la infelicidad, y vuelta a empezar.

Se produce un círculo vicioso de adicción al placer, pasando de la bueno a lo malo y viceversa indefinidamente.

Podemos denominar a este círculo como la “Rueda de la Infelicidad”.

                -> Placer -> Sufrimiento -> Placer -> Sufrimiento ->

Visto de esta manera, a la persona le parece imposible escapar de la “Rueda de la Infelicidad”.

El motivo por el que se produce esta rueda es porque la persona tiene un concepto equivocado de la felicidad, y cree que esta es sinónimo de placer, euforia o alegría pasajera. Por ello, intentará colmar su vida de placeres con el afán de ser feliz, pero lo único que logrará será lo contrario, ser cada vez más infeliz. Es como si se tratara de una paradoja, cuanto más feliz pretende ser más infeliz se vuelve.

Por tanto, para salir de la “Rueda de la Infelicidad” tenemos que empezar corrigiendo el concepto erróneo de felicidad que tenemos en la mente. Lo primero que hay que saber es que la felicidad es un estado de conciencia constante en el tiempo. Es decir, no es algo temporal que empieza y acaba, sino algo continuo, incluso eterno. La persona feliz lo es y será siempre, pase lo que pase, porque las circunstancias de la vida no alteran su estado de felicidad. Por el contrario, el placer, la euforia o la alegrías son cosas temporales, que tienen una duración determinada y luego desaparecen, dejando después un rastro de sufrimiento, siendo esto último lo peor del asunto.

Lo segundo a tener en cuenta es que la felicidad no es una búsqueda constante de objetivos. Al contrario que en la “Rueda de la Infelicidad”, donde continuamente estamos girando en busca de placer, la felicidad no tiene rueda. Todo se basa en un estado estático de felicidad eterna, sin cambiar de ciclos. Lo único que hay que cambiar es la manera de mirar el mundo.

Tercero a saber es que la felicidad no se puede buscar fuera de nosotros, lo cual nos indica que no se trata de algo material. Por eso se dice que la felicidad no se puede comprar, recorrer, tomar, ver, oír, oler… Es decir, no se percibe por los sentidos, por la felicidad es algo inmaterial, y está dentro de nosotros.

Una vez tengamos claros estos tres conceptos (continuidad, sin objetivos y dentro de nosotros) podremos empezar a vislumbrar en qué consiste exactamente la felicidad.

Ya conocemos la rueda de la infelicidad, pero ¿cómo entran las personas en esta rueda y por qué? La respuesta está en la seducción que producen todos los placeres, los cuales nos atrapan porque pensamos que nos harán felices. Pero la realidad es que, al tratarse de una paradoja, conseguimos lo contrario, hacernos infelices, como hemos podido ver antes.

Pero llegados a este punto debemos considerar algo muy importante para conocer el porqué de esta paradoja, la cual parece ser un castigo para la Humanidad. ¿Cuál es el origen de la seducción? Podemos distinguir dos orígenes, uno natural y otro artificial:

La seducción de origen natural la produce todo aquello que encontramos en la naturaleza sin intervención humana, lo cual hoy en día en nuestro mundo “civilizado” suele ser bien poco, por no decir nada.

La seducción de origen artificial la genera todo lo que el ser humano ha inventado, siendo en nuestro mundo prácticamente el 100% de lo que usamos, incluidos los alimentos porque provienen de cultivos realizados por humanos.

Por tanto, la seducción de origen natural solo se producirá en las sociedades que mantienen economías de subsistencia, como ocurre en las tribus cazadoras/recolectoras que aún perduran en algunas zonas del mundo. En estos casos, dicha seducción no supone ningún problema porque la naturaleza se encarga de abastecer los bienes, los cuales solo sirven para satisfacer las necesidades básicas, o mejor dicho fisiológicas del individuo, sin acarrearle infelicidad.

En la seducción de origen artificial ocurre algo especial, el objeto que deseamos no está en la naturaleza, sino en manos de otra persona, y esta va a controlar su abastecimiento, intentando conseguir a cambio el máximo beneficio posible, para lo cual pondrá en marcha la astucia.

¿Qué es la astucia? Es intentar conseguir de otro el máximo provecho de algo.

De esta manera, el vendedor intentará vender todo lo que sea posible, incluso creando necesidades que no son básicas con el fin de que compremos. Pero a cambio tendremos que trabajar para poder pagar estos bienes. De esa manera no solo trabajaremos para conseguir bienes básicos (alimentos), sino también para poder obtener todos esos bienes no esenciales que adquirimos. Esto se traduce en un aumento considerable en las horas que tenemos que trabajar.

En nuestra sociedad actual, este hecho es cada vez más relevante y acapara casi todos los bienes que compramos. Por ello, podemos decir que casi todas las horas que trabajamos son para pagar los productos no esenciales que compramos.

De esta manera hemos acotado el problema de la infelicidad en la seducción de origen artificial, la cual como vemos deja un rastro de sufrimiento detrás de sí. Y por tanto, podemos concluir afirmando que la astucia es el origen de la infelicidad.

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