¿Qué es ser Humilde?


Dicen que la humildad es la más grande de las virtudes humanas y la más difícil de conseguir. Es la virtud más completa que existe y, de hecho, se afirma que aglutina a todas las demás.

Pero ¿qué es exactamente ser humilde? Ser humilde es considerar a las demás personas como aliados y nunca como enemigos. De esta manera, la persona humilde jamás ve a nadie como oponente, con lo cual no necesita competir contra los demás, y esto le librará de los sentimientos de envidia, ira, venganza, culpabilidad y otros similares.

Humildad es reconocer no solo nuestras habilidades, si no también nuestros defectos, y pedir ayuda cuando lo necesitemos, expresando libremente nuestros problemas. De igual manera, la persona humilde es altruista y siempre está dispuesto a ayudar sin pedir nada a cambio. La gente humilde considera a todos por igual y no se siente superior a nadie. Es compasiva con los demás y no culpa porque entiende que todos los problemas son consecuencia de algo, y porque reconoce las debilidades que todos tenemos y las acepta. De la misma forma, también aprecia las virtudes de las personas y las alaba, pero siempre de manera desinteresada, es decir, no para conseguir algo a cambio (lo cual se consideraría entonces adulación, dar coba).

La humildad nos hace apreciar por igual tanto los logros de los demás como los nuestros, sin ningún afán de competencia, incluso sin hacer comparaciones, no dejando lugar para la envidia, la arrogancia o las críticas burlonas o deshonestas.

Ser humildes es trabajar por el beneficio de todos, no solo por el nuestro. Es cooperar y compartir con los demás teniendo como objetivo el bien común, dejando a un lado la avaricia y todo tipo de egoísmos. Es aportar lo que uno sabe y puede, y aceptar de los demás lo que no sabemos o no podemos, pero siempre en un ambiente constructivo, tolerante, respetuoso, sin imposiciones y en total libertad. No tener miedo a las críticas por nuestros defectos, porque entiendo que en algunas cosas soy experto y en otras ignorante e incapaz, y a veces puedo equivocarme o estar equivocado, sin ningún temor a reconocerlo públicamente.

Por ello la humildad nos hace grandes personas libres sin complejos. Nos hace mansos, recata la soberbia y el orgullo, y en consecuencia nos libera de los sentimientos de ira. La humildad no espera nada a cambio y todo lo acepta, por lo que en ella no existe la decepción ni el sufrimiento. Todo lo perdona.

Quien es humilde nunca se siente solo porque sabe que siempre tiene el apoyo de los demás, en los cuales confía sin ningún temor, no importándole la manera en que estos actúen. Este apoyo le alivia la carga de los problemas, porque puede compartirlos y esperar ayuda. 

Practicar la humildad es la mejor decisión que podemos tomar. 

A fin de cuentas, la humildad es el camino a la felicidad. Es actuar desde el corazón. Es poner en práctica el amor incondicional.

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